«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Golpe al separatismo en Bruselas

18 de junio de 2014

La entrada de los seis nuevos parlamentarios de nuestro país en el que será el tercer Grupo de la Eurocámara en la legislatura 2014-2019 ha ido precedida de una campaña ruin y zafia del separatista Tremosa, que ha intentado desacreditar a los que a partir de ahora serán sus compañeros utilizando los argumentos más miserables incluyendo en el caso de Javier Nart las calumnias más repulsivas. Sin embargo, todos sus intentos de impedir la llegada de este brillante contingente procedente de España a las filas liberales del Parlamento Europeo han resultado estériles porque las mentiras tienen patas cortas y porque la indudable calidad política, intelectual y personal de los así atacados habla por ellos y convierte en ridícula cualquier crítica basada en el sectarismo o el interés político mezquino. Desde su aparición en Bruselas hace cinco años, Ramón Tremosa se ha centrado en una labor permanente de propaganda en favor del proyecto secesionista impulsado por su partido hasta provocar la fatiga y casi la náusea de sus colegas, tanto de su Grupo como del resto del hemiciclo. Su obsesión por presentar absurdamente a Cataluña como una Comunidad oprimida en términos culturales y fiscales y su continua exhibición de hostilidad hacia la Nación a la que, por mucho que le duela, representa en el ámbito comunitario, ha hecho de él un personaje desagradable y grotesco cuyo descrédito ha alcanzado el máximo tras su ignominiosa derrota en su intento de barrar el paso a los dignos representantes de dos fuerzas consolidadas que han recibido el pasado 25 de mayo el apoyo de un millón y medio de electores. 

En este mundo se puede jugar a tres tipos de juego, aquellos en los que gana el jugador al tiempo que se beneficia a los demás, aquellos en los que uno gana a costa de los otros y aquellos en los que todo el mundo pierde. Esta última clase de operaciones, propia de gentes malvadas a la vez que escasas de inteligencia, es la que más complace a Ramón Tremosa, especialista en fastidiar al resto de la humanidad al tiempo que se dispara sí mismo en el pie. Esperemos que su estrepitoso fracaso a la hora de negar a personas competentes y honorables la posibilidad de formar parte del Grupo Parlamentario que les corresponde, le haga reflexionar y cambiar de comportamiento ya que de lo contrario su reputación, ya bastante hundida, quedará definitivamente destruida para no recuperarse jamás.

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