«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rajoy y las 72 vírgenes

27 de noviembre de 2015

No hay  nada peor en esta vida que una mujer despechada o un hombre cobarde. Al menos éstas, en la mayoría de los casos, no aspiran a gobernar el país. 

Ante el desaliento: ¿Qué haría una persona normal? Olvidarse para siempre de los hombres y erradicarlos de la faz de la tierra sería sin duda lo más sensato… pero la mujer despechada está hecha de otra pasta, como Mariano Rajoy no se desanima fácilmente. Da igual lo que digan los sondeos, la valoración de liderazgo o las derrotas en las urnas… ¿Que le sale mal 2 veces? insiste con el whatssapp a ver si es que el interfecto no ha recibido su mensaje con doble check azul y acuse de recibo 3 horas antes. 

Que Rajoy haya decidido enviar a Soraya a combatir en la lucha titánica a la que a buen seguro le someterán los televisivos políticos del cambio no es menos grave que su miserable cobardía a la hora de enfrentarse a la amenaza del terrorismo islamista. 

– Soraya vete poniendo el mono naranja que yo por si acaso me pongo el chaleco antibalas para comentar un partido de Champions.

El temor de Rajoy radica en que con el chaleco antibalas puesto ni siquiera puede batirse ante un Albert Rivera con un traje tan ajustado como Spiderman y fíate tú de que entre los camarógrafos del debate no haya infiltrado algún refugiado sirio recientemente radicalizado. 

De buscar un parecido, Rajoy no sería Lobezno, ni Batman, tampoco Superman. Rajoy se acercaría más a Steve Urkel y su cansino mantra de ¿He sido yoooo? cuando le acusan de romper España. Los catalanes no separatistas aún gritan desesperados como los náufragos del Costa Concordia:

Schettino! ¡Schettino! ¿A dónde nos has llevado?

En este plano Soraya tampoco tiene el camino más allanado. Por muchos brincos que dé la presidenta en la sombra, aún no puede permitirse el volumen extra del chaleco protector y tendrá que enfrentarse tanto a los superhéroes de la política como a los yihadistas con tan sólo sus escasos centímetros de estatura y su generoso contorno. Con el chaleco antibalas puesto, Soraya resultaría menos sexy que ante un farmacéutico al que acabara de comprar Aerored… 

Otro asunto es que Soraya fuera Begoña Villacís por fuera y Sáenz de Santamaría por dentro, pero entonces daría igual el chaleco antibalas y los terroristas la convertirían en musa del Estado Islámico y promesa en el cielo junto a otras 71 vírgenes. 

Hay una cosa que no se le puede negar al departamento de comunicación del PP: Soraya reaccionará mejor ante un Pablo Iglesias que asegure copular en campaña. Sentiría Rajoy en ese caso que sus contendientes le hacen luz de gas y no tendría plasma tras el que esconderse o gráficos del PIB y la deuda que consiguieran la remontada en el debate. Se sentiría más culpable que si acabara de atravesar un scanner del aeropuerto JFK y hubiera olvidado accidentalmente las tijeritas de uñas dentro…. Mejor que vaya Soraya, con chaleco, o sin él. 

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