«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Agamenón y su porquero

La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Es un dicho consagrado y además es ciertísimo. Pero también la memez es la memez la diga el porquero o Agamenón.

Si las memeces las dice el porquero la cosa no tiene la menor importancia porque a nadie le preocupa lo más mínimo lo que pueda decir el porquero y nadie se entera de sus dichos. Lo grave es cuando las memeces las dice Agamenón. Porque no por decirlas Agamenón dejan de ser memeces sino porqu Agamenón se acredita como memo. Y esa acreditación es luego muy difícil quitársela de encima. Y por otra parte es muy grave que Agamenón sea un memo. Ya que el gobierno de los memos da muy malos resultados.

Agamenones respetadísimos han pasado de la noche a la mañana a envidiar la suerte de sus porqueros. A quienes todo el mundo dejaba en paz. Nuestro anterior rey, Jorge Pujol, Urdangarín, aunque no pasara de ser un agamenonito de tres al cuarto, los socialistas andaluces de los eres y los cursos, Matas, Baltar… Si es que hacer o decir lo que no se debe pasa factura. Y respecto al decir, el refranero español, que es muy sabio, nos ilustra al respecto: En boca cerrada no entran moscas, Por la boca muere el pez…

Evidentemente no estoy hablando de políticos aunque haya traído a algunos para ilustrar el tema. Me preocupan muchísimo más los Agamenones eclesiásticos que pierdan su credibilidad o la vean mermada a fuerza de decir tonterías. Porque antes o después todo el mundo, o mucha parte del mundo, se termina dando cuenta. El que suscribe se contiene muchísimo ante estupideces jerárquicas que no voy a decir que dejan temblando a Dios, porque Dios no tiembla, ni sueña, pero que debidamente señaladas dejarían a quienes las profieren como cuasi analfabetos. Pero tampoco deben abusar de mi buen corazón.

Respetadísima jerarquía de la Iglesia: Antes de hablar, piensen en lo que van a decir. Porque en otro caso igual nosotros decimos lo que pensamos.    

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