«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Parece que decaen los entusiasmos progresistas

Y ante lo evidente incluso coincidimos Llisterri y yo.

http://www.catalunyareligio.cat/blog/laeto-animo/28-08-2014/una-moguda-episcopal-previsible-esperant-barcelona-61216

La sucesión de Rouco ha sido carrerismo puro y duro, como era habitual, y conservadurismo a tope. Porque hacernos tragar que Blázquez, Osoro y Cañizares son tres jovenzuelos revolucionarios es de auténtica coña, con perdón. Otra cosa es que alguno quiera ahora decir unas frases bonitas y tontitas, sin sentido y sin mañana. Allá él. Pero si eso es un progre nos está vendiendo una mula tuerta y coja. Porque el nombramiento para Madrid no es la caída del caballo en Damasco. Y no escuchó a Dios decirle:Carlos, Carlos, ¿por qué eres tan carca?

Puedo entender ir al rebufo del Papa Francisco ya que ello da popularidad. Pero pasar de carmelita maravillosa a chica de alterne no suele dar resultado. Porque siempre habrá quien le recuerde a la que va enseñando todo el hábito anterior. Y si vuelve al hábito, el top less. Aparte de que tanto cambio no patrecería indicar una personalidad con anclaje sino más bien una veleta a todos los vientos.

En esos artículos que rebajan bastantes entusiasmos hay todavía una cautela en los autores. Entre los que me incluyo. Estamos ante tanteos iniciales, entusiasmos todavía no digeridos, abrazos y parabienes. Pero quienes se sueltan la melena sin recato alguno son los que comentan los artículos. Nunca creí que la vox populi fuera vox Dei pero indudablemente es vox populi. Y hay populi que no se deja engañar.

Aquí de revolución ni bastante ni poco. Nada. Dos de los tres presuntos revolucionarios son además incapaces de ello. El tercero creo que sería capaz de disfrazarse. Pero el disfraz termina descubriéndose. Con vergüenza del disfrazado. Como cuando un golpe de aire se lleva la peluca de un calvo.

Además la representación tiene los días contados. A los autores de la misma les ocurre lo que a Arturo Fernández que tiene que escoger mucho elpapel para no hacer el ridículo. Sus papeles de galán, galán maduro, otoñal de buen ver pese a tintes u otros sucedáneos dan ya para muy poco. Y la belleza veinteañera nadie se cree que se enamore de él. Aunque quepan otros apaños. Que los espectadores ríen.

Don Carlos va a ser mi obispo, Don Ricardo es el presidente de mi Conferencia Episcopal, Don Antonio me cae algo más lejos pero nada de lo eclesial me es ajeno y si es eclesial y español todavía menos. Les deseo lo mejor para bien de la Iglesia. Pero para ello pido a Dios que no se crean que son la revolución porque si hacen el ridículo sería en menoscabo de la Iglesia. Y ellos pasarán, pronto, pero la Iglesia menoscabada se la dejarían a sus sucesores.

  

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