«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Sic transit gloria mundi

Quiero hablaros de dos cosas sin relación alguna salvo la temporal. Por haber ocurrido el mismo día. El Miércoles Santo mi mujer y yo nos vamos a ver arte. Arte cristiano porque en España, lo siento, apenas hay otro. O no lo siento nada. ¿Por qué el Miércoles Santo? Muy fácil. Por las Santas Mujeres. Expresión que ha caído en desuso, ¿no habrá ya mujeres santas?. pero que antaño era muy usada. Claro que sigue habiendo santas mujeres aunque ya nadie las llame así. Para nosotros lo eran, lo siguen siendo, aquellas que ese día, en pueblos humildísimos, van a barrer y fregar la iglesia, preparar el Monumento, arreglar las imágenes que van a procesionar… Y que ese día por estar en la faena tienen abiertos los templos a los que no puedes acceder ningún otro día del año. Por estar cerrados a cal y canto.

No se trataba de ningún descubrimeinto por nuestra parte. En Villaverde de Medina y en Nava del Rey habíamos estado ya en dos ocasiones. También en Alaejos aunque por obras en San Pedro sólo habíamos podido admirar dos veces Santa María y sólo una la iglesia de arriba. Pues una vez más, tomad nota los que queráis ver arte y casi nunca conseguís más que la fábrica exterior, por notable que sea, apuntaros el miércoles santo. Es el día. Y el día delas santas mujeres.

Cerquita de Madrid. Fue una excursión, ida y vuelta, de menos de cuatrocientos kilómetros. La primera parada, Villacastín, fue un fracaso. La iglesia es grandiosa por fuera y espectacular por dentro. Pero ya es la segunda vez que el miércoles santo, a las doce de la mañana, no había santas mujeres. Nos queda el recuerdo, que no hemos podido repetir, de una visita anterior. Pasamos por Medina, la del Campo, y no nos detuvimos allí porque la teníamos más vista. Aunque San Antolín sea para detenerse.  Y más. Y el Palacio Testamentario, que de Palacio no tiene nada, merezca recordar a Santa Isabel de Castilla, Santa Isabel la Católica, que allí testó y murió. Por supuesto que lo de Santa es opinión particular de mi mujer y mía que en nada compromete a la Iglesia y que para nosotros no pasa de una simple devoción particular. No canonizamos ni descanonizamos a nadie que no lo haga la Iglesia.

Y llegamos a Villaverde de Medina. Tampoco había santas mujeres. Era ya la una y en los pueblos castellanos a esa hora se come. O las mujeres, santas o no, ultiman la comida. Pues a Nava del Rey. Al llegar a la plaza vimos que la portezuela del ábside estaba abierta y por ella nos adentramos. Y había santas mujeres pero que ya concluían su tarea. Pero estaba el párroco para cerrar la puerta tras su marcha. Y el párroco, en lugar de despedirnos con cajas destempladas. que no es la primera vez que nos ocurre, fue amabilísimo y doctísimo cicerone de una iglesia de la que estaba enamorado. Y la iglesia de los Santos Juanes es un pasmo. Ya como arquitectura, verdaderamente catedralicia, pero sobre todo por el contenido. El retablo mayor, de Gregorio Fernández es extraordinario. Yo me acordaba de una capilla lateral en la que había algo, no me acordaba qué, esta vez habíamos salido de excursión sin lecturas previas, pero de lo que tenía conciencia que valía verlo. Volver a verlo. Y vaya si valía. Un Llanto por Cristo Muerto auténticamente espectacular. Sólo eso merecería el viaje. Sobreabundantemente. Lo llevaron a alguna Edades del hombre y hasta a una exposición en Amberes. Cómo para quedarse horas contemplándolo. Maravilloso. Y había mucho más. Dos Cristos atados a la columna, el gótico, tal vez tardío. espléndido, un yacente articulado que sobrecoge y todo me quedo corteo si digo que dignísimo de visitar. En una ermita o iglesia aledaña hay más figuras procesionales entre ellas un nazareno, al que son devotísimos, más que notable. Naturalmente las calles que rodean la iglesia se llaman Bautista y Evangelista. 

Al párroco, Don Hipólito, nuestra gratitud por toda su generosidad y su amabilidad. Un cura enamorado de su iglesia. Comimos en Nava del Rey y también sorprendente el restaurante. Bodegón está en una cueva, bodega sin duda de una antigua casa. La «Tabla especial», de 30 euros, más que suficiente para dos personas. El verdejo de Rueda muy bueno. Y como final pregunté si tenían vino rancio, especialidad antaño de Nava y lo tenían.

Da Nava a Alaejos. Nada más salir de la villa se ven en el horizonte dos altas torres, la de los Santos Juanes también es soberbia, que parecen de dos pueblos distintos y distantes. Y conforme te vas acercando se van uniendo hasta acabar ambas en el pañuelo que es ese pueblo. Distarán cien o doscientos metros. Santa María y San Pedro son dos maravillas. Quien no las conozca, al entrar en la primera, y es igual cualquiera que sea de las dos, piensa que la otra no puede encerrar tanta belleza como la que acaba de ver. Pues sí. La encierra. Para torres todavía mejor la de San Pedro, la madera trabajada tal vez no se encuentre en España otra obra como la de Santa María, los retablos, maravillosos ambos. Y en las dos iglesias «santas mujeres» con lo que todo era visible. Además amabilísima la joven de la oficina de turismo que nos abrió el pequeño museo que hay en Santa María. Aunque allí el museíto era lo más prescindible.

Ya de regreso volvimos a parar en Villaverde de Medina y ahora sí había santas mujeres. La capilla mayor y su retablo son maravillosos. Y Mariví, la mujer que lo enseña un encanto. Discreta y con conocimientos. También en Alaejos señoras encantadoras y conocedoras del arte que atesoran sus iglesias. Y que disfrutan mostrándolo. Mujeres santas y sabias. Para que luego haya quien diga que eso no se da en la mujer.

A alguien le dije que esos tres pueblos vallisoletanos podrían, deberían, ser sede de una próxima edición de las Edades del Hombre. Como lo fueron ya las dos Medinas que distan entre ellas bastante más. Entre las tres villas no habrá más de veinte kilómetros. Y si lo consiguieran, además de un río de oro mientras durara la exposición, pasarían de ser unas grandes desconocidas a convertirse en objetivos turísticos. Valen tanto que nosotros hemos estado ya tres veces.

¿Y qué pinta Messi en todo esto? Pues que, naturalmente llegamos a Madrid a ver el partido? En el que al gran jugador argentino ni se le vio. Aunque allí estaba. Y el héroe de tantos partidos pasó a ser el villano. Seguramente, dada su edad, recuperará forma y ganas. O tal vez no. Tampoco es cosa que me importe mucho. Pero no pude dejar de pensar en lo efímeras que son muchas cosas en la que tanta gente pone su corazón mientras que la verdadera belleza dura siglos y casi nadie la disfruta. Y no digamos ya Dios que es eterno.

No digo que no se pueda disfrutar de la belleza de un lance deportivo. El gol de Bale fue verdaderamente hermoso. Pero eso es efímero. Pobre gente la que ponga en ello la ilusión de su vida. Y no digamos ya si es la única ilusión de su vida. Dentro de unos años nadie se acordará del gol de Bale ni de Bale. Deseo a Messi que no se convierta en un juguete roto como ha ocurrido a no pocos deportistas. Han pasado quinientos años, más o menos, y el Maestro de la Moraleja sigue asombrando con la belleza de su Llanto por Cristo Muerto a quienes se acercan a visitarlo. Esa es una gloria que no pasa. Como no pasa Cristo muerto y resucitado. Por eso he puesto la fotografía de Messi. Y para despertaros la curiosidad.  

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