El general Wellington, que era irlandés, decía de sus compatriotas que «los irlandeses serían los mejores soldados del mundo si estuvieran mandados por oficiales blancos». Una reflexión similar, pero carente de la ironía del vencedor de los Arapiles y de Waterloo, es la que ha debido llevar al ex presidente de honor del SUP, José Manuel Sánchez Fornet, a pedir la creación del círculo policial de Podemos. La policía española – ha pensado Fornet – sería la mejor del mundo si estuviera trufada de agentes de Podemos. No de oficiales blancos, sino de agentes rojos en la exacta terminología político cromática de Podemos.
El totalitarismo comunista ( el pleonasmo es necesario, pues hay mucho despistado que cree que el comunismo es la chispa de la libertad ) no conquista el poder sin la camaradería de sectores clave de la policía, ni se estabiliza en él sin la colonización ideológica, de grado o por la fuerza, de toda la policía. A partir de ese momento, la policía deja de ser, como su patrón, el ángel custodio de la sociedad y se convierte en el gran hermano de la vida de los otros. Ya no es la policía, es la Stasi, la KGB o la Gestapo que es lo que los totalitarismos, de alpargatas o de botas altas, da lo mismo, necesitan para instaurar la libertad y la democracia que nacen de la guillotina, como proclama Pablo Iglesias.
El líder de Podemos no le hace ascos a ETA, pide barra libre en la excarcelación de los asesinos de la organización terrorista y es muy partidario del derecho de autodeterminación ( léase separatismo ). En fín, toda una declaración de principios tan atractivos como para que los policías españoles pidan la vez en la cola de afiliaciones de Podemos. Esperemos que los solicitantes, antes de entrar en los círculos policiales de Podemos, entren en los círculos de orfandad que ETA creó en la policía llenando los tanatorios de cadáveres de ángeles custodios españoles y de luto a sus familias. El tipo de policía que le gustaría a Podemos y por la que clama el agente Sánchez Fornet ya la padecimos en España. Es la que en julio de 1936 fue a buscar a José Calvo Sotelo.
