«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El arrepentido

4 de julio de 2014

 

Como en todo mal cuento de pícaros, aquí teníamos un socio ‘guapo’ (el conseguidor), un socio ‘listo’ (el que diseña el entramado para llevárselo crudo), un juez implacable e inasequible al desaliento al que -no me cabe duda- sólo mueve el noble afán de arrojar luz sobre unos hechos poco presentables, unas ‘manos negras’ en la sombra que tratan por todos los medios de que las tinieblas sigan envolviendo todo lo que de malvado y corrupto pudiera haber en el cuento… por tener teníamos hasta una Infanta de España, que pasó de ser una chica joven-de-su-tiempo-y-sobre-todo-muy-preparada, a una pobre esposa infeliz que no se enteraba de nada y que nunca preguntó a su contario de dónde sacaban ‘p’a’ tanto como destacaban.

Pero nos faltaba el ‘arrepentido’, ¡ay el arrepentido!. Ya saben, ése que está ‘pringao’ como el que más pero que un día se da un golpe en la cabeza y va y lo cuenta todo. ¿Todo? Nooo… El tal Tejeiro llega, hace un pacto con el fiscal -ése del que dicen (dicen, ¿eh?, yo no lo creo)- que es otro abogado defensor más de Cristina de Borbón pero sin pasar minuta alguna- y le cuenta que aquí los únicos pájaros eran el ‘Urdanga y el Torres’. Que su hermana, a la sazón esposa de Torres (‘el listo’, en nuestro relato) tampoco se enteraba de la vaina y que la pobre Cristina, ossea, que ni idea de dónde salía tanta pasta. Que no decidían, vaya. Aunque se beneficiaran oigan, que las clases de flamenco se han puesto carísimas. 

Tampoco se fija Tejeiro, que sólo se fija en los dos que -presuntamente, siempre presuntamente- ponían el cazo, en los políticos que – presuntamente, siempre presuntamente- pasaban por caja. Ni pío de Paco, ni pío de Rita, a la que no vio jamás por Zarzuela ni Rita -ni a ella ni a sus bolsos- y ni pío de uno a quién nunca han molestado por un quítame allá esos 140.000 euros, que ya se encarga el redactor del sumario de ‘encalomárselos a Coghen– que podría ser -presuntamente, siempre presuntamente- quien los pagó pero no necesariamente la que ordenó el endoso. Algún día alguien me explicará qué favores se le deben a un tal Salinas y qué tendrán que ver unas grabaciones de caracter íntimo, que no delictivo, que nunca vieron la luz entre una conocida abogada que trabajaba por la Costa del Sol, tórrido lugar, y nuestro político favorito. Que es el mismo al que José Castro nunca ha osado molestar. 

Al que sí va a tener que llamar Castro la semana que viene es al tal Marco Antonio; total para que le cuente lo que ya sugería el fiscal Horrach en su resurso. Que ya son ganas de j… la marrana y hacerle perder tiempo a su señoría, que no tendrá cosas mejores que hacer, ahora que ya parecía que había finiquitado su tarea. Todo para poder justificar que al final, entre unas cosas y otras, no le ha podido hincar el diente a la pieza más codiciada, pero que mira que lo ha intentado. Que cuando uno va de caza, va de caza… que ir por ir es tontería. Al final todos contentos. Y colorín, colorado..

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