«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Rostro emblemático de Intereconomía Televisión, al frente de programas como El Gato al Agua o Dando Caña, ha dirigido informativos en TVE, RNE, Antena 3 TV y Onda Cero Radio. Fue corresponsal de RNE en Londres. Ha escrito para Diario de Barcelona, Interviú, La Vanguardia, ABC, ÉPOCA y La Gaceta y ha publicado el libro 'Prisionero en Cuba'. Ha recibido cuatro Antenas de Oro, el Micrófono de Oro, la Antena de Plata de Madrid, el Micrófono de Plata de Murcia, el Premio Zapping de Cataluña y el Premio Ciudad de Tarazona.
Rostro emblemático de Intereconomía Televisión, al frente de programas como El Gato al Agua o Dando Caña, ha dirigido informativos en TVE, RNE, Antena 3 TV y Onda Cero Radio. Fue corresponsal de RNE en Londres. Ha escrito para Diario de Barcelona, Interviú, La Vanguardia, ABC, ÉPOCA y La Gaceta y ha publicado el libro 'Prisionero en Cuba'. Ha recibido cuatro Antenas de Oro, el Micrófono de Oro, la Antena de Plata de Madrid, el Micrófono de Plata de Murcia, el Premio Zapping de Cataluña y el Premio Ciudad de Tarazona.

Todo por la pasta

26 de julio de 2014

¡Vaya mala pata! Justo ahora que tantos y tantos catalanes se habían tragado eso del «Madrid nos roba» y estaban encumbrando a sus líderes nacionalistas como a auténticos salvapatrias, resulta que eso del soberanismo no es más que una tapadera para ocultar los tejemanejes de los mandarines del establishment separatista.

Jordi Pujol, el que se hizo llamar «Molt Honorable», ha resultado tener un concepto bastante peculiar de la honorabilidad. Ha confesado que, durante décadas, ha estado defraudando a Hacienda. Y resulta que no era para ingresar el dinero en la «Hacienda Catalana» y construir así una sociedad al servicio de los catalanes, sino para meterse la pasta en la «butxaca». Todo un ejemplo.

Parece mentira que, con todo lo que hemos ido sabiendo acerca de las actividades de los Pujol, todavía queden catalanes que se tapan los ojos con la senyera para no ver la realidad de los manejos de la casta soberanista que, con burdas promesas de una idílica independencia, argumentada con falsedades históricas, sigan pensando que todos los males de la sociedad catalana están motivados por el hecho de ser parte de España.

Nada mejor que envolverse en la bandera catalana para ocultar las vergüenzas de los políticos que movilizan a la población, enfrentándoles con sus compatriotas para tenerles ocupados y que no reparen en la mala gestión de la Generalitat, en el despilfarro en oropeles nacionalistas y, lo más vergonzoso, mientras algunos «se lo llevan calentito».

Eso de que «quien me acusa a mí, está atacando a Cataluña» ya lo utilizó Pujol cuando le investigaron en la querella por el «Caso Banca Catalana» y ha sido la cantinela habitual de los dirigentes nacionalistas cada vez que han sido sospechosos de haber cometido algún delito. Es la mejor manera de engañar a los ciudadanos, para que vean fantasmas de persecución contra Cataluña donde sólo hay manejos de algunos listillos.

Ahora resulta que llevarse en dinero en billetes de 500 euros a Andorra escondidos en el maletero del coche, no pagar impuestos o hacer tráfico de influencias para otorgar concesiones públicas a los amiguetes, es «hacer país». ¡Menuda tomadura de pelo!

Finalmente, los acontecimientos han dado la razón a Xavier Horcajo, un periodista honesto y pertinaz, que lleva años denunciando las irregularidades escondidas bajo ilustres apellidos catalanes. Su libro «La Pasta Nostra» (Editorial Sekotia) es la más documentada enciclopedia de la corrupción nacionalista. Las investigaciones que condujeron a su publicación han llevado a Horcajo a ser vilipendiado por la maquinaria propagandística de los que, acusándole de ser anticatalán, pretendían desviar la atención del público acerca de la veracidad de sus informaciones.

Pero, al final, se ha impuesto la verdad. Resulta que algunos, que pretendían ir de prohombres, en realidad, lo hacían todo por la pasta.

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