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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Islamismo y comunismo

23 de noviembre de 2015

Recientemente, un artículo publicado en La Gaceta titulado “Izquierda e Islam, la extraña pareja” exponía que a pesar de las evidentes y cada vez más palpables contradicciones doctrinales e ideológicas,  Izquierda e Islam podían ser entrañables compañeros de viaje. Sin lugar a dudas, una de las más surrealistas relaciones amor-odio es la del islamismo con el comunismo.

¿Es compatible el Islam con el comunismo? Desde una óptica doctrinal la oposición no podría ser mayor. En  el Islam se clasifica a los no creyentes en tres categorías. En la primera estarían los cristianos y los judíos, las llamadas religiones abrahámicas. Estos creyentes se encontrarían bajo el estatus de dhimmi , hasta que se produjera la tan ansiada conversión. La segunda abarcaría a las otras religiones, tanto monoteístas como politeístas, que a diferencia de las anteriores no tendrían cabida en el Estado Islámico. Y finalmente, la más denostada de todas, sería el al ilhad (ateísmo), donde sin  lugar a dudas entraría el comunismo y su archiconocida oposición de la religión bajo la sentencia de “opio del pueblo”. Desde el islamismo se consideraba la Unión Soviética como una de sus demostraciones más malignas y perversas ya que constituía un ateísmo sin fisuras; no sólo laico, como la Revolución francesa y la cultura norteamericana, sino activamente antirreligiosa y anticlerical.

Si atendemos a los hechos históricos, otro motivo de adversidad se produjo por motivos estratégicos. Tras la caída del Imperio Zarista, la URSS abarcaba bajo su dominio amplios territorios de población musulmana, como Chechenia, Daguestán, Kazajstán y Turkmenistán entre otros. A nivel interno, Stalin llevó a cabo una purga planificada al milímetro de las minorías y grupos religiosos, que abarcó vastas zonas musulmanas,  desde Asia central  hasta el Cáucaso. Es más, hasta Berlín llegó a  fantasear durante la Segunda Guerra Mundial  con la posibilidad de una yihad general en el territorio soviético de Asia central y en que las colonias musulmanas se sublevasen contra británicos y franceses.

Sin embargo, si nos limitamos a una lectura superflua de las alianzas históricas del islamismo pueden resultarnos de una complejidad exuberante. Durante la  Guerra Fría, los islamistas se alinearon con los estadounidenses en la lucha contra los comunistas. No obstante, tras la caída de la URSS, acercaron posturas progresivamente con socialistas e izquierdistas varios contra el tan denostado “imperio yanqui”.  

 

Escribía Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz,  que “quizá la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia.” En respuesta al buenismo y al multiculturalismo imperantes hoy en día, es más necesario que nunca afirmar que las alianzas del islamismo no corresponden a la buena fe y al buenrollismo; sino a un corpus doctrinal y a un plan perfectamente orquestado cuya única  finalidad es la implantación del Estado Islámico. 

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