Empezamos a hablar, con cautela, de recuperación económica. Recuperación, decimos, sin mirarla de frente, porque su rostro es feo y desdibujado. Pero recuperación, al fin, y estamos el el séptimo año de la crisis económica. ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Por qué se alarga esta agonía y porqué los que saben de esto nos augura un interminable letargo económico?
Las respuestas a estas preguntas se pueden encontrar en apenas una hora en el documental Bancarrota, del Instituto Juan de Mariana. Los autores han entrevistado a varios economistas, expertos y periodistas, parte de los cuales nos dan en el documental las claves de todo lo ocurrido. Es un relato consistente y esencialmente certero. Comienza con el euro (una institución política más que económica), el BCE (eadem), y los políticos manipulando el crédito para beneficiarse de una prosperidad ficticia. El crédito se dirigió a la inversión que creímos segura, la vivienda; como si los precios de los pisos fueran tan resistentes al desplome como los ladrillos. Y la burbuja multiplicó los ingresos, y los políticos, otra vez, hicieron lo mismo con los gastos públicos.
Cuando ha estallado todo esto nos hemos encontrado con que hemos dispuesto la estructura económica a crear fantasmas. La formación y la experiencia de millones de trabajadores son las adecuadas para un sector que desaparece. Y no valen para los que van a crear valor en el futuo. Quedamos todos endeudados hasta las cejas, familias y empresas, y nos hemos quitado gran parte de ese peso penosamente, a base de rebajar nuestro nivel de vida. El Estado no. El Estado crece. A pesar de los tímidos recortes. A pesar de las reformas a medias. Crece sin parar. Y cuando el déficit ha hecho que salten todas las alarmas, el Gobierno (que es siempre el mismo) ha reaccionado subiendo los impuestos y hundiendo aún más nuestro nivel de vida.
Ahí lo tienen. ¿Quién está en el origen de la crisis? ¿Quién la ha sufrido? ¿Quién toma decisiones para seguir empeorando nuestro nivel de vida? Y todavía quieren que les votemos y les queramos.
