«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El último gran error

2 de junio de 2014

Algo que todavía desconocemos ha sucedido para precipitar esta abdicación dos punto cero, que ha parido chistes en las redes sociales antes de que acabase el presidente su breve alocución. Decía un tuitero “podemista” que Mariano Rajoy estaba anunciando la tercera república, sin saberlo. Y da igual que se equivoque, porque lo grave es que se pueda pensar que el descalabro de los grandes partidos, que la extrema izquierda emergente, que el órdago separatista y que, en fin, este caos por capítulos que vivimos, ha sido demasiado para la vieja y herrumbrosa estructura del régimen. En política, la debilidad, puede causar cualquier cosa menos inspirar misericordia o piedad.

Qué error. Qué gran error. Sin saber todavía los detonantes que han desencadenado esta decisión, nadie podrá detener la sensación de fragilidad de las instituciones, desbordadas por los acontecimientos. Para el bipartidismo herido y acosado resulta un flaco favor, abriendo un frente en una ciudadela sitiada hasta el extremo, pues la abdicación multiplica y fortalece a los ya crecidos movimientos antisistema, y lega al príncipe Felipe -¿cuándo hay que llamarle Felipe VI?-, un barco en exceso zozobrado.

El régimen se encamina a la segunda transición, constatando el fracaso de la primera, que deja como herencia una nación que se cuestiona a sí misma, una clase política corrupta y deslegitimada, y donde se agitan los más tenebrosos fantasmas del pasado. ¿Se marcha Su Majestad por decisión propia o le han empujado? Qué más da, cuando la historia se precipita la verdad se convierte en una búsqueda del tesoro que solo culminarán los estudiosos de mañana. Si nos hemos enterado antes de ayer de claves del 23F, no esperamos noticias contrastadas antes de un cuarto de siglo. Ahora lo importante es cómo se capitalice el anuncio, y sospecho que esta tarde la izquierda exhibirá sus gritos de otro siglo “no se ha marchao, que lo hemos echao”, con ese populismo revolucionario que patea hasta el diccionario. Quizá Pablo Iglesias ya está buscando la rima apropiada, “un, dos, tres, que caiga Berenguer”. Los otros, la izquierda juancarlista, será enterrada con su señor, como los siervos de los faraones.

Su Majestad se marcha, dice, porque una nueva generación reclama protagonismo. Flaquísimo favor a la Corona. Quizá, también porque esa nueva generación, cuando asuma su liderazgo en el parlamento -Eduardo Madina- no estaría dispuesta a votar sumisamente la sucesión.

Qué error, Dios mío. Qué gran error.

 

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