«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Mariano Opas

12 de noviembre de 2014

Y habló don Mariano en politiqués, neolengua de la oligarquía que se basa en el abuso del oxímorón igual que el columnismo se excede en las metáforas. En otro idioma, en el de Berlanga por ejemplo, Rajoy se habría asomado de nuevo al plasma que le regaló la corrupción y habría dicho que como presidente nuestro que es nos debía una explicación, y que esa explicación que nos debe nos la habría de dar. Para después afirmar una cosa y su contraria. Que cumple y hará cumplir la ley y la constitución; que la consulta era ilegal e inconstitucional y que no ha movido ni a un bedel para detenerla. A lo mejor este discurso se lo ha escrito Abadillo Dolfos.

Don Mariano ya miente con desparpajo felipista. El síndrome de la Moncloa le acecha como a un viudo reciente la soledad de una casa demasiado amplia, cuyas paredes acaricia con presentida nostalgia. En el partido se multiplican y conspiran abiertamente las familias, porque el paupérrimo legado de los pródigos también es capaz de soliviantar a los que fueron hermanos en la prosperidad. Si hasta sus pretorianos de la prensa reconocen que el cuento de la gaviota ya tiene un tufillo indisimulable a la ucedé.

 

Rajoy deslizólos embustes envueltos en un sarcasmo marchito, sin el brillo de antes, afirmando que los que exigen una postura más firme frente al desafío -o sea, una postura legal- no le habían enumerado opciones para desarrollarla. Mientes Mariano, si no tienes asesores suficientes al menos mira en los detalles de la querella que te han atizado, que allíse enumeran todas las acciones y recursos con los que cuenta el Estado para hacer cumplir la ley. O mejor, se lo puedes preguntar a los ciudadanos que rebasan el límite de velocidad, o a los que olvidan una factura en la ventanilla de Hacienda, que cualquiera le puede contar que para la gente normal incumplir un mísero reglamento resulta oneroso, y que nadie se felicita públicamente por ello. Pero los oligarcas, los corruptos, se han elevado por encima de todo el ordenamiento legal, del artículo primero hasta el 155. Y sus lacayos de la prensa todavía pretenden acallar la protesta contra esos privilegios caciquiles, etiquetando como extremista la más sensata y contenida indignación. Ahora camina el gobierno sobre aguas turbulentas, atravesando fechas que muestran vocación de inscribirse en la historia -en la parte negra- y temeroso de los aliados de viaje que ha elegido, algunos de los cuales se han quitado la capucha antes de ayer. Se hace política de trazo grueso, mientras se expande a toda prisa el otro idioma del momento, el populismo 2.0, es decir, el enésimo aggiornamiento de la logia de Lenin y Robespierre. Ese es el extremismo que el PP, junto a sus mantenidas mediáticas, ha propagado de forma insensata. Si no lo fuésemos a sufrir todos, casi darían ganas de sentarse a mirar como le van a pagar a este don Opas.

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