«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Sí a la elección directa de los alcaldes, aunque el método es debatible

En el año 1994, cuando publiqué El Sistema, sostuve que era claramente partidario de la elección directa del Presidente del Gobierno, incluso en un régimen de monarquía parlamentaria. Durante veinte años nadie ha osado siquiera plantear la cuestión, que, por otro lado, me parece elemental y clara. El objetivo es nítido: se trata de dejarse de burlas parlamentarias y de llamar a las cosas por su nombre, además de garantizar, dentro de lo posible, el principio de separación de poderes. 

Lo primero es claro. Teóricamente al Presidente del Gobierno español lo elige el Parlamento. La realidad es otra. Es el líder del partido que obtiene mayoría absoluta. Sin solución ni alternativa, porque los diputados, teóricos representantes del pueblo, tienen eso que se llama disciplina de voto, por cuya virtud no son libres para votar otra cosa distinta de aquella que le ordena su partido. Es una vergüenza el sistema porque anula la personalidad del diputado convirtiéndolo en un mero ejecutor de la voluntad de su partido, sin que la del pueblo tenga nada que hacer en su esquema de pensamiento y acción. Por tanto, eso de lo que lo nombra el Parlamento es una estupidez meridiana

Y si nadie obtiene mayoría absoluta, pues entonces lo designan el candidato y el líder o líderes de los partidos necesarios para conformar la mayoría absoluta. Porque en todos los partidos de España, incluidos los separatistas, cuecen las mismas habas en la olla del voto disciplinado. En ningún caso lo designa el Parlamento. Los partidos y para ser mas exacto los jefes de los partidos. Punto y final.

Precisamente por ello se trata de elegir al Poder ejecutivo en elección directa. De este modo puede nombrar a su equipo sin condicionamientos de los partidos que le designaron, y dispone para ello de una legitimidad rotundamente clara que es la que proporciona el voto directo popular. Adicionalmente habrá que elegir a los miembros del Parlamento en cuanto tales. Lo conveniente serían las listas abiertas y suprimir cualquier disciplina de voto. Pero en todo caso hay que diferenciar la elección del parlamento de la del poder ejecutivo. ¿Eso conduce a un cesarismo democrático? Bueno, pues veamos ejemplos de EEUU y de Francia, en donde impera este modelo. En el país galo se han dado casos de eso que llaman cohabitación: Un presidente de izquierdas con un parlamento de derechas y viceversa. Me parece muy sano el modelo. Solo queda por rematar el sistema aplicable al poder judicial. 

Lo que tenemos hoy es una farsa de separación de poderes. Es tan claro y lo hemos repetido tantas veces que no merece la pena insistir mas en ello.

¿Cual debe ser el modelo para la elección directa? Esta es ya una cuestión diferente, en la que la segunda vuelta se me antoja necesaria, salvo que el mas votado tenga mayoría absoluta, en cuyo caso sería superflua.  Sobre este punto cito este artículo en el que el profesor Calaza, con su rigor característico, analiza las alternativas y los modelos. Hay que perfeccionar la elección, esto es, el modelo de elección directa, pero que debe ser así me parece rotundamente obvio

Otra cosa es el momento y los motivos que llevan al PP a esta decisión en cuanto a los alcaldes. Lo tengo mas claro que el agua: el desastre electoral esta ahí, a la vuelta de la esquina de las municipales. Los pactos previsibles en los que todo parece indicar que Podemos tendrá un papel destacado llevarán al PP a perder muchas alcaldías en un año en el que a continuación vienen las generales. No quieren correr ese riesgo y como saben que pueden ser los mas votados —ya veremos— en bastantes lugares, por este procedimiento se quieren asegurar las alcaldías. Es así como una decisión lógica —elección directa del alcalde— se contamina de un fundamento espurio.

¿Lo harán? Hay quien vaticina que si lo hacen sufrirán un descalabro electoral de primer orden si se atreven a modificar la Ley de esta manera, en solitario y sin contar con el PSOE. Aseguran que el público va a ser sensible a que hoy hagan lo contrario de lo que dijeron ayer. No me parece un buen razonamiento porque eso lo llevan haciendo mucho tiempo y siguen siendo el partido mas votado. Además, para sus votantes potenciales, saber que esto lo hacen para frenar a una suerte de frente popular en los ayuntamientos, les gustará mucho, porque, además, no es que sean particularmente exquisitos con las purezas formales democráticas.

Pero si de esta manera cierran el paso a la izquierda, no se que va a suceder en las generales. Ahí la cosa varia un poco. Seguirán, claro, apelando al miedo al Frente Popular, pero no veo mayoría absoluta en el PP en el futuro parlamento ni de lejos. Asi que el panorama, hagan lo que hagan y digan lo que digan, es cuando menos incierto. Y con esto damos comienzo al nuevo curso. Ah, bueno, se me olvidaba, y con el lío catalán en primer plano. No, si es que parece que nos encanta complicarnos la vida al máximo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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