«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.

¿Por qué abdicar ahora?

2 de junio de 2014

Como era de prever, el Rey no ofreció motivos verosímiles que expliquen su decisión de abdicar la Corona precisamente ahora. Ni inverosímiles tampoco. Sencillamente anunció su renuncia, agradeció a los españoles su afecto, celebró que su reinado haya transcurrido presidiendo un país democrático y tuvo los recuerdos particulares que eran de esperar. A falta, pues, de información solvente está legitimada la conjetura, y paso a exponer la mía:

Creo que la idea de abdicar rondaba por la cabeza del Rey desde hace ya algún tiempo: lo de Botswana, lo de Corinna, lo de Urdangarín y la infanta…, demasiado para suponer que la idea de abdicar no pasó por el pensamiento del Rey.

Por otra parte, por muy bien que se sienta ahora de salud, él sabe perfectamente que a su edad ya se va cuesta abajo, como suele decirse, sobre todo cuando uno se ha convertido en cliente habitual de los quirófanos; y la perspectiva de la decadencia física ocupando el trono no podía ser nada grata. San Juan Pablo II acabó sus días mostrando urbi et orbi su declive de forma dramática, pero él creía de corazón que su misión era consumirse en el servicio al encargo recibido de Dios: al fin y al cabo, su Maestro no tenía mejor aspecto que él cuando lo colgaron de la cruz. Pero el Rey tiene otra misión que cumplir, y la misión del Rey es preservar la Monarquía en bien de la nación española, y un Rey decrépito puede mover a compasión, pero políticamente no es, desde luego, lo más conveniente.

Probablemente pudo pensar en abdicar, pero más adelante, y no ahora. Sin embargo, la sucesión hay que prepararla de la mejor manera posible. Y aquí entra mi suposición de por qué la decisión ha sido hacer la operación ahora:

Nuestro sistema político es bipartidista. Matizado, pero bipartidista. Si una de las dos ruedas de esta bicicleta se rompe la bicicleta se cae, el sistema hace crisis. Cuando Suárez dimitió, y luego vino el golpe de Estado, y luego Calvo-Sotelo convocó las elecciones de octubre del 82, la rueda del centro-derecha estaba completamente rota, pero el sistema no entró en crisis porque el horror vacui -que opera en política como en física: todo vacío tiende a llenarse- desplazó el voto de UCD hacia la Coalición Democrática de Fraga, que recogió el testigo. CD pasó de 10 a 105 diputados de golpe, pero el PSOE pasó de 121 a 202 escaños. La rueda de CD era pequeñita, pero era una rueda, y la bici pudo seguir andando, aun al precio de que el felipato se prolongase trece años y medio.

Ahora es la rueda del centro-izquierda la que está rota, y la rueda del PP anda muy baja de aire. Las perspectivas son que la tendencia es al debilitamiento de ambas en las próximas generales, y las europeas del pasado 25 de mayo indican que el voto de la izquierda se atomizará en formaciones de izquierda montaraz, revolucionaria (aunque sea de aquella manera, que dicen en Cataluña) y desde luego republicana. En otras palabras, por la izquierda no se ve una fuerza política capaz de recoger el testigo de un PSOE deshecho, porque los antisistema no son, por definición, parte del sistema, sino su infección. Malos presagios para el sistema político y, evidentemente, también para la Institución monárquica.

En estas condiciones, Pérez Rubalcaba ahora anuncia que se va, y su decisión da origen a la olla de grillos en la casa socialista que estamos viendo estos días. Este mapa político parece, pues, recomendar muy vivamente que se aproveche este momento, mientras Rubalcaba aún está al frente del PSOE, para hacer la sucesión en la Jefatura del Estado, cuando quién sabe si es la última vez entre los votos parlamentarios de las dos ruedas de la bicicleta se cubre el 84% del Congreso de los Diputados, y en el Senado casi el 90%. Y no se sabe quién va a suceder a Rubalcaba: incluso puede ser un zapatoide.

 

Nadie sabe lo que pasará en las generales de 2015 (o enero de 2016). Es casi seguro que el bipartidismo, por haber degenerado en duopolio, se debilitará. Pero al menos la sucesión en la cúspide del Estado, que es la Corona, se habrá realizado ya, y con un asentimiento parlamentario aplastante. No compensaba seguir esperando a tiempos mejores, por dos razones: porque en una abdicación, como en la muerte, ninguna fecha es la adecuada; y porque lo que viene, por todos los síntomas, son tiempos peores.

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