«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.

El esperpento

18 de agosto de 2014

Como es sabido, Oriol Junqueras es el que dirige la política catalana. En la medida en que Convergència Democràtica de Catalunya necesita los votos de Esquerra para mantener mayoría en el Parlamento autonómico, Artur Mas sólo es una especie de recadero de los mensajes que Junqueras quiera dirigir al Gobierno. Esta posición ancilar, tan desairada, puede ser la explicación de que Mas ya lo haya dicho prácticamente todo en relación con la provocación separatista del referéndum ilegal: que lo convocará, que lo podría retrasar, que las preguntas serán unas u otras, que podrían cambiarse, que no van a cambiarse…, cualquier cosa. Con esta actitud, en realidad, Artur Mas y la institución que preside no sólo pierden toda credibilidad, sino que a su inanidad añaden un ridículo considerable; pero Mas no parece darse cuenta de eso, enajenado como está con su «procés», que le impide también hacerse cargo de lo insostenible de la situación catalana después de la es-candalosa confesión de Jordi Pujol como contumaz defraudador fiscal.

Han sido, sin duda, millones los catalanes abochornados por todo lo que está pasando en su tierra, y no digamos con el remate del desmoronamiento del mito Pujol, un desastre que no sólo no tiene la menor épica, sino que coloca al mito en el nivel más ramplón de la novela picaresca. Pensar que todo este espectáculo no afecta al entusiasmo sentimental del nacionalismo soñador no parece muy realista; de ahí que ya desde ahora los dirigentes nacionalistas estén insistiendo en su convocatoria a la máxima participación posible en las manifestaciones callejeras del próximo 11 de septiembre, pues los espasmos emocionales populistas son la principal herramienta de los separatistas para enfrentarse al Estado, a falta de todo apoyo legal y constitucional a sus pretensiones.

Todo parece indicar que Junqueras y los suyos tienen clara conciencia de que han sobrepasado toda posibilidad de volver atrás en su delirio, y que confían ya solamente en la propensión del Gobierno de Rajoy a cierta desidia en el uso de los instrumentos que la Constitución y las leyes ponen a su disposición para acabar con esta actitud separatista que ya ha traspuesto los límites de la política para entrar en el esperpento. Parecen pensar que a estas alturas ya sólo pueden apelar al victimismo tras la previsible represión del referéndum ilegal, como es larga tradi-ción en el nacionalismo catalán. Y no deja de ser sorprendente que desde posiciones no nacionalistas no se haya iniciado una acción sólida y articulada de desmontaje de esta nueva superchería estando, como están, tan claras las cosas.

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