«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.

Las vallas, debate sin fin

30 de marzo de 2014

El debate sobre las invasiones recurrentes de las fronteras europeas de Ceuta y Melilla con Marruecos se prolongará de forma indefinida mientras por un lado las autoridades no definan con precisión qué es lo que quieren que ocurra -o que no ocurra- allí, y, por otro, mientras los partidos políticos españoles utilicen este asunto como arma para la demagogia electoralista a que se dedican con tanta afición.

De los partidos que tenemos no cabe esperar un comportamiento distinto al que ya es crónico en ellos; así que, por este lado, vamos mal. En cuanto al objetivo de im-permeabilizar esas fronteras, las apariencias inducen a pensar que las vallas obedecen al designio de que no pase nadie de Marruecos a la Unión Europea sin los papeles correspondientes. Sin embargo, lo que de hecho sucede es que se organiza la gran escandalera en cuanto los medios son adecuados a este fin, y eso invita a suponer que en realidad se pretende que los inmigrantes que se han arruinado pagando a las mafias su transporte hasta las vallas y están dispuestos a jugarse la vida saltándolas, desistan de su propósito al ver lo altas que son y cuánto pinchan y cortan las concertinas. Lo cual no deja de ser una majadería impropia de los que viven de los impuestos extraídos coactivamente a los ciudadanos, sólo superada por lo que parecen defender los partidos que se llaman a sí mismos progresistas: que resulte posible saltar las vallas fronterizas sin sufrir el menor daño.

Parece que nadie, ni en Bruselas ni en Madrid, está dispuesto a asegurar una impermeabilización efectiva de esas fronteras, que sería posible si, por ejemplo, se electrificasen, de suerte que todos supieran con completa certeza que tocarlas significa la muerte segura. Nadie con responsabilidades de gobierno quiere algo así, y no por humanitarismo ni nada parecido, sino porque el miedo a las repercusiones mediáticas y electorales de las imágenes de uno o más sin papeles achicharrados contra las verjas paraliza por completo una decisión de este tipo.

Podría salirse de este callejón sin salida tratando de ir al fondo, a la causa del fenómeno. Pero tampoco parece que nadie quiera semejante cosa, toda vez que se sabe que los principales responsables de la miseria que provoca la huida masiva de africanos de sus países, aun a riesgo de sus vidas, son precisamente sus propios gobernantes, déspotas que se quedan con las montañas de dinero occidental en ayudas cuyo destino teórico era el beneficio de los desventurados pobladores de esos lugares, y en realidad acaban engordando las cuentas bancarias de los tiranos en el extranjero. ¿O es que alguien cree que el soborno de Valéry Giscard d’Estaing con los diamantes del «emperador» Bokassa fue el último de la historia?

 

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