«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Peso de la Púrpura

15 de septiembre de 2014

Es una antigua expresión cuyo origen se remonta a la antigua Bizancio, por ser los emperadores, “nacidos en la púrpura” – símbolo del poder – los que en última instancia eran responsables del bienestar de sus pueblos y que por ello estaban obligados a tomar decisiones incómodas y desagradables incluso peligrosas – se podían jugar la propia vida –porque esa era su obligación a cambio del honor o privilegio de ser los gobernantes. Por supuesto que en el mundo se han dado toda clase de “gobernantes” con legitimidades diversas, que no han estado a la altura de las circunstancias, pero eso no invalida el principio general de que el que manda tiene la obligación de tomar decisiones y elegir entre cuestiones que no resultan ni gratas y cuyas consecuencias pueden resultar lesivas para más de uno.

La falta de decisión de los sucesivos gobiernos, la hora de oponerse al independentismo catalán con la excusa del “diálogo permanente” y el evitar el choque frontal, tras una entrega impresentable de la educación, nos ha llevado a que toda una generación ha sido educada falsariamente en la idea de que España les está explotando y que ellos sin España serían mucho más “célebres, ricos y felices”.

Es hora de que alguien tome las medidas necesarias para frenar este delirio, que se ha extendido como la pólvora incluso entre la clase burguesa catalana, y tome las medidas radicales para pararles los pies en seco. Entre otras cosas por dos principios: 1. -Una minoría organizada puede llevar al pueblo en cualquier momento por la dirección propuesta, pues la mayoría es generalmente pasiva. Este es el caso pues, aunque hubiera un millón de catalanes separatistas, seguiría habiendo más de seis millones de personas que no están de acuerdo aunque no se opongan frontalmente, la historia está plagada de casos así. 2. -Los territorios no tienen derechos sino los ciudadanos, por tanto es absurdo hablar de derechos territoriales en cualquier latitud, son los hombres y su bienestar último los que cuentan. Los nacionalismos se apoyan en sueños románticos de naciones hipotéticas que lo único que encubren son frustraciones, complejos e intereses de minorías manipuladoras. Es obvio que los “catalanes persona” solo tienen relevancia en el contexto histórico europeo, si se incluyen en el proyecto histórico de España (que a su vez se incluye en el del mundo occidental en su proporción) porque en él se han integrado y en el han participado activamente durante siglos, fuera del contexto de España no serían ni una anécdota a nivel mundial.

La responsabilidad de nuestros políticos es precisamente suplir la acción de esas mayorías silenciosas, aprovechando el poder y el uso de la fuerza si fuera necesario, para evitar un mal mayor para la mayoría, hay que detener las aspiraciones de ese colectivo separatista. Es muy grave que se haya permitido esta escalada que lleva a una fractura de la sociedad catalana y española, sobre todo tras ver lo acontecido en el pasado. Lo malo, a veces creo, es que, al menos para un gran número de personas, esa ruptura ya se ha producido, y se mantendrá durante mucho tiempo, y no es tanto un problema de tácticas políticas para enfrentarse al problema, sino que al Estado si le ha vaciado de tanto contenido, que pudiera ser, que aun en el caso de una independencia “ilegal”, no habría medios suficientes ni recursos para impedirla.

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