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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El voluntarismo europeo y el islam

25 de enero de 2015

Se debe distinguir entre darle a la voluntad la importancia y mérito que tiene a la hora de alcanzar unos objetivos vitales y la tendencia a confundir la realidad con nuestros deseos y pretender que a base de esforzarse intelectualmente se pueden alterar los hechos objetivos   Es una tentación disculpable típica de nuestro sistema racionalista que tiende a confundir nuestra visión del mundo con la realidad objetiva, lo cual puede ser cierto, sin embargo ¡con cuanta frecuencia tiene más importancia a la hora de actuar lo que los hombres creen, sienten y piensan, que la pura razón o  lógica!

El Islam a diferencia del cristianismo actual, es un sistema integral, no abierto, dogmático y que abarca todos los aspectos de la vida humana, no es cierto que esa sea solo la teoría de las formas radicales, wahabíes, salafistas o suníes ortodoxos, es dogma de toda la filosofía, política y teología coránica, para cualquier musulmán creyente y ejerciente,  no existe la separación iglesia –estado ni hay una ley civil y otra religiosa, desde sus orígenes nacen indisolublemente unidos, los califas son cabeza religiosa, militar y civil de la comunidad islámica.

Si en algún momento de la historia o en algún lugar, se permitieron situaciones distintas en el seno de una sociedad oficialmente islámica – como insisten los “políticamente correctos”- estos creyentes eran considerados herejes de lesa majestad. No nos olvidemos que el famoso Califato de Córdoba era independiente de Bagdad, donde estaban los intransigentes Abbasíes, y que los Almorávides y Almohades (dos grupos o sectas radicales teocráticas y monástico-militares del norte de África) entraron a sangre y fuego en la península ibérica para restablecer el orden y costumbres ortodoxas vulneradas por los escépticos y decadentes musulmanes hispánicos. El tan mencionado Averroes,  hubiera sido ajusticiado por hereje y blasfemo en su tiempo, tanto en los países islámicos ortodoxos como en los cristianos de su época. 

La diferencia con el cristianismo se remonta a sus orígenes, aunque el cristianismo durante siglos fue igualmente cesaro- papista o incluso teocrático, en su postura inicial es perfectamente nítido en cuanto a la separación de poderes: en los evangelios ortodoxos en el episodio de “la moneda del Cesar” queda perfectamente reflejada la doctrina, de la separación de las esferas religiosa y civil. En el cristianismo la separación iglesia estado es perfectamente ortodoxa no así en el Islam. El no querer ver que a cualquier musulmán ortodoxo no le puede repugnar ideológicamente la guerra santa, o el ejercicio de la violencia por motivos religiosos, es un ejercicio de voluntarismo inútil y un intento de homologar en Occidente al Islam con la práctica religiosa y civil europea.  El que el propio profeta combatía a sus enemigos personalmente a golpe de espada y guerreaba sin complejos así como condenaba a muerte a sus oponentes,  no es discutible; aunque ese creyente a título individual sea  contrario al ejercicio de la violencia  e incapaz de ejercerla, no significa que de alguna manera ampara y condona dichas prácticas, si de verdad es creyente. No estoy pensando en el ejemplo de esos jeques occidentalizados o prebostes que llevan una vida muelle de millonarios o seglares hartos de su credo que habitan en nuestro mundo. Nadie, seamos claros, imagina a Jesucristo, montado en un caballo repartiendo mandobles. Donde mandan imponen su credo, antes y ahora, donde no mandan se reprimen y siguen practicando su credo, cosa que en si es perfectamente respetable, siempre que no entre en conflicto con las normas, costumbres y prácticas civiles occidentales. Lo malo es que no se integran, pues esencialmente aunque estos terroristas sean en su mayoría personas inadaptadas en cualquier sociedad, que reflejan su insatisfacción y su falta de sentido vital a través de la pertenencia a un grupo radical y al ejercicio de la violencia como medio de hacerse notar-  por lo que son captados por sus líderes espirituales con objeto de subvertir el orden en Occidente, al que sus clérigos y teólogos en general aborrecen – les convierte en letales en una sociedad pacífica. Esto tampoco es discutible es un hecho. Por ello la única solución es, aunque suene duro e intolerante es no permitir que promuevan su ideología en Occidente, controlando a sus practicantes y a sus líderes religiosos,  obligarles a aceptar nuestras normas de convivencia y al que no esté conforme se le expulse. No se puede permitir la existencia de una comunidad con unas leyes y unos mandamientos ajenos a nuestra cultura y orden jurídico, tarde o temprano su agresividad se hará notar como estamos viendo.

     Lo malo es que Occidente les ha traído como mano de obra, para hacer esos trabajos que nuestros ciudadanos no quieren realizar, nosotros por comodidad política y electoral les hemos abierto las puertas. Eso es lo difícil de solucionar. El Islam es lo que es y no lo que nosotros por conveniencia queremos que sea, por más voluntad que le echemos a la cuestión…

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